Junta tu monstruo con el mio
Luis Re
2008

La presente muestra de Luis Guillermo Ramírez Ezquerra consta de un trabajo de exploración de la disciplina del artista, que parte de dos vertientes. Por un lado, Luis Re trabaja el oficio de la pintura sobre los lienzos que cuelgan de los muros, y por el otro, analiza las posibilidades que el espacio físico le brinda, tanto para romper la linealidad de la obra expuesta, como para entrelazar los diversos shaped canvas que conforman la instalación gracias a un graffiti que se desprende de las mismas obras y aterriza en el espacio entre ellas.

        Cada lienzo es una obra independiente, con un tema y tratamiento particular, aunque forma parte de un conjunto de elementos que enriquecen tanto la visualidad de lo expuesto, como la narrativa que se desprende y une a la vez las piezas. Una de la imágenes trata de un close up de unos labios femeninos con lipstick rojo brillante, que besan su misma imagen en un espejo. ¿Narciso? ¿Lacan? No se puede entender el amor hacia el otro, sin aceptarse uno mismo.

        El otro lienzo representa una toma un tanto más alejada de la figura principal, para descubrir a una mujer quien recarga su cara en el espejo y presumimos que se trata de quien posee los mismos labios que se encuentran en el cuadro conjunto. Distraída, sin una actividad obvia en sus quehaceres, la mujer no se contempla en el espejo, pero aparenta sumergirse en una profunda reflexión: “¿Yo o el otro?”.

        La tercera parte de la instalación está configurada por un cuadro que parece disentir del otro par. Sobre un fondo verde, algunas figuras geométricas flotan en el espacio, se hunden en un agujero, y son flanqueadas cual vigías por la imagen de dos cráneos. Un hilo conductor une las tres piezas en cuanto su narrativa dislocada que se unifica mediante un lazo pintado que emerge de las mismas obras, interviniendo los muros de la galería, otorgándole cierta elocuencia a la trama discursiva y añadiéndole visualidad y sustancia táctil al resto de la instalación.

        La arquitectura del sitio se convierte en parte indisoluble de la pieza conjunta, y es a partir de la pintura in situ –en las mismas paredes- como de la creada ex profeso –los lienzos-, que se forma una instalación indisoluble cuyo desciframiento se da a partir de la lectura por partes y global, simultáneamente.